domingo, 30 de octubre de 2011

Once


Dedicado a alguien y a todos

La vida sólo se vive una vez. Por ello, creo que hay que exprimir cada momento, aprovecharlo al máximo y hacer que todo lo que nos gusta nos acompañe en el camino.

Dentro de esta vida juguetona, hay cosas que están bien, como pasar tiempo con tus amigos, escuchar una canción, llorar de risa, o compartir momentos interminables al teléfono, … pero también hay cosas que están mal. Dentro de este último set de cosas, se encuentran las cosas que todos sabemos, pero también las que en determinados momentos y bajo determinadas circunstancias no llegamos a entender como malas, sino que las concebimos como buenas después de habernos monótonamente convencido.
Este tipo de cosas pseudo-buenas, nos confieren satisfacción momentánea y a largo plazo, nos dan una dosis de felicidad incalculable. Son cosas que te lo hacen pasar mal por un lapso de tiempo, pero que valen la pena porque lo que has vivido justo antes de hacerlas, y lo que vivirás y cómo te sentirás después, compensa el mal trago.

La sociedad tal y como la conocemos ahora ha ido fomentando cierto tipo de actividades con su vil superficialidad: vemos  lo que queremos ver, y sólo queremos ver la pura capa externa. Los seres sociables – nosotros – hemos asumido muchísimas pautas que juegan a la ruleta rusa con el bien y el mal, y, entiendo que es eso precisamente lo que nos hace pseudo-buenos.

Eso sí, siempre hay algo o alguien que es capaz de prender esa chispa que te hace ver las cosas de manera diferente. Esas personas ‘catalizadoras’ pueden sacarnos de verdaderos aprietos.
Yo sigo pensando que la vida se vive sólo una vez, que todos somos nada más que motas de polvo en este mundo, que se mueven de un lado para otro; unas motas de polvo que lloran, se ríen, pero que son capaces de mezclarse con otras motas de polvo.

Te suplico que hagas un esfuerzo por entenderme, por exteriorizar-canalizar tu parte ‘pseudo’, porque el equilibrio de las cosas pseudo-buenas no dura para siempre, y lo malo está sólo a la vuelta de la esquina.

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